sábado, 6 de abril de 2013

El comportamiento y destino del Sol



La mayoría de la gente conoce lo que está ocurriendo en una estrella como el Sol: reacciones de fusión entre átomos de hidrógeno para dar lugar a átomos de helio. Para que se produzcan estas reacciones es necesaria una gran fuente de calor, producida por el gran tamaño del Sol, que genera fuerzas de compresión e incrementa la temperatura del núcleo. Una vez que se genera una alta temperatura, se producen las reacciones de fusión, que a su vez liberan más energía, dando lugar a una temperatura de 15.000.000 de grados centígrados respecto a los 6.000 grados centígrados de la superficie.



Los átomos de hidrógeno, compuestos por un protón y un electrón, se fusionan dando lugar a átomos de helio, y en esa unión se libera un fotón, es decir, energía. Todo este calor hace que el sol se encuentre en un estado con características de sólido y de un gas, un estado de la materia denominado “plasma”. Cada fotón, liberado a gran velocidad, se encuentra con los átomos de helio e hidrógeno, de forma que se producen continuas colisiones, y por consiguiente, un cambio de dirección constante. Debido a estas colisiones, desde que esta energía se crea en el núcleo, hasta que llega a la zona convectiva, moviéndose a la velocidad de la luz, puede transcurrir un periodo de 100.000 años. Una vez que llega a la zona convectiva, una capa más exterior, y mediante los movimientos de convección, ese fotón tardará en atravesarla aproximadamente un mes, para pasar a la fotosfera. De forma que, la luz que recibimos del sol son fotones creados hace 100.000 años, un mes, y 8´ 19” (tiempo que tarda la luz en llegar a la Tierra).

Debido a la diversidad de capas, al estado en el que se encuentran y a su movimiento, se crea, al igual que en la Tierra, un intenso campo magnético. Gracias a la luz que se emite, incluso es posible apreciar las líneas de este campo en la corona solar. Este es el responsable de que aparezcan las manchas en la fotosfera y de que se produzcan las tormentas solares.
El magnetismo que sale a la superficie desde el interior lo hace en forma de tubos de flujo, es decir, una región con forma cilíndrica en el que el magnetismo es muy elevado. Una vez que estos llegan a la fotosfera, se produce, por la rotación diferencial, un enroscamiento del tubo, se retuerce. Esto hace que se impida la salida de un flujo de fotones, y por consiguiente, se reduce la luminosidad en esa zona, creándose las manchas solares. Por este motivo, las llamaradas solares son comunes en zonas cercanas a estas manchas, debido a la intensidad del campo magnético.





Las líneas de este campo se forman debido a los dos polos magnéticos. Las líneas emergerán por una zona cargada negativamente y por el otro extremo se situarán en una zona cargada positivamente, de forma que estas líneas cargadas de partículas se mantienen en movimiento. Ahora bien, cuanto mayor sea la intensidad del magnetismo en esa zona, mayores serán estas líneas. Debido, de nuevo, a la rotación diferencial, estas líneas se retuercen, de tal forma, que si la torsión es muy elevada, la zona cercana a la parte positiva tocará con la parte cercana a la zona negativa, produciendo un cortocircuito y liberando una gran cantidad de energía, que se traduce como una explosión, es decir, una llamarada solar. Pero estas llamaradas presentan un problema cuando se dirigen hacia la Tierra. Cuando se producen, las líneas del campo magnético se liberan, y el conjunto de partículas cargadas puede dirigirse directamente hacia el planeta. En este caso entra en juego el campo magnético terrestre.







El campo de la Tierra, al igual que el del sol, se produce por el movimiento de las capas, especialmente el núcleo externo (fundido) respecto al núcleo interno (sólido y ferroso). Gracias a ello es posible protegerse del viento solar que está llegando continuamente, pero, cuando lo que llega es un elevado conjunto de partículas liberadas por una tormenta solar, el campo magnético muestra menor resistencia.
Si esa mezcla de partículas llega cargada positivamente por la parte superior, y negativamente por la inferior, como lo está el campo magnético de la Tierra, entonces prácticamente todas se repelerán y no causarán daño. En cambio, si la parte positiva se encuentra en la parte inferior y la positiva en la superior, el campo terrestre las atraerá.

En el siglo XIX ocurrió un hecho de estas características. Tras producirse una llamarada, las partículas se colocaron de forma que el campo magnético las atrajese, por lo que entraron casi por completo en la Tierra. Esto produjo intensas auroras por gran parte de la superficie terrestre que produjeron una iluminación semejante al momento del amanecer. Además, debido a la carga eléctrica, muchas redes de telégrafo quedaron inservibles. En ese momento no llegaron a producirse importantes desastres, pero sería muy diferente si se produjese ahora, una época en la que hay una gran variedad de objetos que funcionan con electricidad y en la que ésta es indispensable.

El campo magnético del sol posee además una característica. Una vez que se crea, debido a la rotación diferencial y a la energía, se crean movimientos en las líneas de este campo, es decir, ondas, que cada vez son más fuertes. De hecho, el movimiento es tan agresivo que cada cierto tiempo, generalmente 11 años, el campo magnético se invierte. Una vez que se ha invertido, las líneas de campo vuelven a presentarse con un movimiento reducido. Lo característico es ese momento antes de la inversión de los polos. Es lo que se llama “máximo solar”. Sin duda, debido a la agresividad del campo magnético, es el momento en el que más cantidad de manchas y tormentas solares se producen, llegando a producirse grandes llamaradas solares. Como dato curioso, la próxima inversión de los polos del Sol está muy cerca, y a este año 2013, le corresponde el máximo solar. De todas formas, actualmente contamos con el satélite ACE. En el caso de producirse algún tipo de cambio violento en el Sol, este satélite envía una señal a la Tierra, de manera que puede avisar entre 30 minutos y una hora antes del impacto del fuerte viento solar. Gracias a ello es posible informar de un cambio en los sistemas de telecomunicaciones y en la red eléctrica para evitar daños.





El sol continuará con estos procesos durante años, pero, ¿hasta cuándo exactamente? Debemos afirmar también que el fin del sol es comúnmente conocido, pero realmente no se suele conocer por qué ocurrirá.
A medida que la fusión del hidrógeno se va produciendo en el núcleo, al no tener este la suficiente temperatura, el helio queda almacenado de forma inerte. En el momento en el que se reduce el hidrógeno hasta cierto punto, la presión de radiación no puede equilibrarse con la fuerza gravitacional, de manera que el núcleo se comprime. Al comprimirse aumenta enormemente la temperatura, de forma que aumenta la velocidad de la fusión del hidrógeno en las capas exteriores, por lo que estas se expanden. Al expandirse presentan mayor zona de intercambio de calor. Debido a esto, se enfrían, y el sol se torna de color rojizo. Se ha formado una gigante roja. El núcleo, que continúa comprimiéndose, aumenta su temperatura, hasta el punto de llegar a tener el calor necesario para el comienzo de la fusión del helio.
Los átomos de helio, mediante las reacciones nucleares de fusión, dan lugar al carbono y al oxígeno, que se acumula en el núcleo, y formando un estado de las gigantes rojas que se denomina “rama asintótica gigante”, en el cual el hidrógeno y el helio se encuentran fusionándose por su cuenta, mientras que el carbono y el oxígeno permanecen en forma inerte.

El problema radica en que la fusión del helio es un proceso extremadamente sensible. Una pequeña variación en la temperatura provocará que aumente la intensidad de esta reacción y que las capas externas se expandan, produciendo su enfriamiento. Esto daría lugar a fuertes y constantes pulsaciones que llevarían a cabo la expulsión al espacio de la atmósfera solar. En ese momento quedaría expuesto el núcleo de Sol, y los gases eyectados se irían alejando. Cuando alcanzaran la suficiente distancia, el núcleo quedaría libre y de este saldría gran cantidad de radiación que, al impactar con la nube de gas, la ionizaría, formando una nebulosa planetaria. El núcleo, ahora libre, debido a la baja masa del sol comparado con otras estrellas, formaría una enana blanca que se iría apagando hasta extinguirse.

  El Sol como gigante roja 
Representación del tamaño actual del sol junto al tamaño que tendrá en la etapa de "gigante roja"


En teoría esto es lo que debe ocurrir con todas las estrellas, pero el sistema Solar puede tener otro fin. El Sol lleva produciendo energía alrededor de 5.000 millones de años. Según se piensa, quedan otros 5.000 millones de años hasta que se produzca la gran gigante roja que engullirá a los planetas rocosos. Pero para 4.000 millones de años a partir de este momento, antes de que el Sol desaparezca, se espera otro suceso: la formación de Lactómeda.

Lactómeda es el nombre que se ha dado a la galaxia que puede formarse por la colisión de La Vía Láctea con Andrómeda, las cuales se desplazan a 300 Km por segundo una hacia la otra. Aunque no es seguro, puede que en 3.800 millones de años las galaxias de acerquen tanto que las fuerzas gravitatorias empiecen a actuar hasta formar una misma galaxia en 5.400 millones de años, probablemente una galaxia elíptica. Si en realidad ocurre esto, el final del sol podría ser muy diferente. Podría ser destruido debido a una colisión con otra estrella, pero, la hipótesis que tiene más fuerza es que el sol podría quedar en el halo galáctico de la nueva galaxia, hasta que allí, desaparezca, seguramente sólo, ya que los planetas del sistema solar habrán desaparecido en el proceso.




Sin duda, sea este el final o no, está claro que la desaparición del Sol se dará en algún momento, y con ello la desaparición de la Tierra. Por ahora basta mantener un continuo control del comportamiento del Sol para así evitar problemas y daños relacionados con el viento y las tormentas solares.
 



  







jueves, 4 de abril de 2013

Radiación de fondo de microondas


 
Hace unos días se dio a conocer la noticia de que el satélite PLANCK, lanzado el 14 de mayo de 2009, ha realizado el mapa más detallado hasta el momento de la radiación de fondo de microondas, más aún que su compañero el satélite WMAP. Esto, sin duda, es algo esencial para aumentar los conocimientos del universo y para conocer la distribución más precisa de la materia oscura y de la energía oscura.

Pero para conocer mejor este tema y la importancia de este trabajo, veamos exactamente que es la radiación de fondo.
   Satélite Planck
 
 
Arno Peinzas y Robert Wilson estaban trabajando conjuntamente en un receptor ultrasensible de microondas con el fin de llevar a cabo estudios de radioastronomía. Fue en 1964 cuando vieron que el receptor recibía un extraño ruido, que no fueron capaces de explicar. Fue entonces cuando creyeron que este ruido podía provenir de alguna fuente humana, como una ciudad. Sin embargo, al dirigir el receptor a la civilización, el ruido se incrementó mínimamente. Fue entonces cuando, viendo que era un sonido diferente a la radiación producida por la Vía Láctea, y descartando otras fuentes de radiación, publicaron que aquel ruido no era otra cosa que el remanente de la gran explosión inicial, el Big Bang. Gracias a ello, cabe mencionar, que obtuvieron el Premio Nobel en 1978.
Arno Penzias and Robert Wilson, in front of their microwave antenna (photo courtesy of Lucent Technologies, Inc.)
 
La radiación de fondo muestra variaciones de temperatura que se corresponden con las diferentes densidades que se dieron tras el inicio del universo. Tras este inicio, el universo estaba formado por un plasma compuesto por protones, electrones y fotones. Este plasma poseía en principio una gran temperatura, de forma que los electrones y los protones no podían interactuar para formar los conocidos átomos. Debido a esta gran explosión, y a, según se piensa, la presión producida por la energía negativa, este plasma fue expandiéndose, y por consiguiente, según la segunda ley de la termodinámica, se fue enfriando. En ese momento los electrones y los protones se combinaron para dar lugar a los átomos de hidrógeno, que se compactarían dando lugar a estrellas, que mediante la fusión, darían lugar al helio, que a su vez produciría el oxígeno, ofreciendo la diferenciación atómica actual. A su vez, los fotones comenzaron a disminuir su temperatura y a viajar por el espacio sin interactuar con las partículas que ya se habían unido en átomos. Estas uniones de electrones y protones, para adquirir la máxima estabilidad, liberaban una gran cantidad de energía, que en forma de fotones, viajó también por el universo.
Pero para entender las imágenes de la radiación de fondo hay que parar sobre las anisotropías. Estas nos dicen que según la dirección en la que examinemos la materia, esta va a aparecer con diferentes cualidades. Pero el problema es que en un principio, la radiación de fondo parece ser isótropa, es decir, no varía según la dirección en que se mida. Esto llevó a afirmar la “teoría inflacionaria”, que explica el “problema del horizonte”. Es decir, lo que nos dice el problema del horizonte es que en el universo, tanto la materia como la energía, se encuentran distribuidas uniformemente, pero pudiendo observar que entre estas y el universo no se ha producido el equilibrio térmico. La teoría de la inflación ayuda a explicar esto afirmando que el universo, además de expandirse, lo hace de forma acelerada, es decir, el espacio que se encuentra alrededor de los objetos se expande a tan altas velocidades que pueden superar la velocidad de la luz (pero sin romper con la teoría de la relatividad, debido a diferentes razones). Esto, por tanto, explica la homogeneidad tanto de la materia como de la energía en el universo.
File:WMAP.jpg
Imagen obtenida por el satélite WMAP
 
El Planck cartografía el fondo de microondas
Imagen obtenida por el satélite PLANCK
 
Pero finalmente, en los años 90, estas anisotropías fueron detectadas, especialmente por el satélite COBE de la NASA. Se detectaron entonces variaciones de densidad en el universo, y esto es lo que ayudaría a conocer de forma más completa la primitiva formación de las galaxias y su distribución actual.
Más tarde, en 2001, la NASA lanzó el satélite WMAP, que por el momento consiguió hacer el mapa más completo de esta radiación, en la que se muestran, en diferentes colores, las anisotropías que se encontraban en el universo primitivo. Y (termino con la noticia que empecé) actualmente el satélite PLANCK, en marzo de este mismo año, ha dado a conocer este nuevo mapa que muestra, en diferentes colores, las diferencias de densidad que se encontraban en el universo poco después al Big Bang, y que formaban los primeros indicios de la materia.
 
 
 
 
 

miércoles, 3 de abril de 2013

Terraformación de Marte


Hace tiempo que se propuso esta idea que, en un principio, parece descabellada. Pero actualmente se piensan en varias razones para desarrollar el proyecto, que se piensa que no llevaría más de unos varios miles de años. Estas razones son, entre otras, el gran crecimiento de la población, la necesidad futura de recursos minerales, y, además, el interés por colonizar otras zonas del universo.  Hay que pensar que más cerca de Marte se encuentra la Luna, e incluso Venus, entonces, ¿por qué se elige este planeta?

Actualmente hay expertos que afirman que Marte, hace millones de años, se encontraba en un estado similar al de la Tierra: con agua, una gruesa atmósfera, y, posiblemente, con vida. Sin embargo, no es esto lo que ofrece el mayor interés para la terraformación de este planeta y no de otro. Lo más interesante es lo que ya se encuentra allí.

Sin duda, antes de todo, el hombre debe haber tenido la posibilidad de haber llegado a Marte y debe ser capaz de enviar hombres y materiales siempre que se necesiten, para lo que pueden pasar años.

Una vez que se tenga la capacidad de viajar al planeta vecino, hay que realizar el primer paso: un aumento de la temperatura del planeta a partir de la creación de una atmósfera adecuada.

Aunque Marte ya posee atmósfera, esta no es lo suficientemente densa ni tiene gases esenciales para la vida de humanos y diversos seres vivos. Es necesario crear una atmósfera que ofrezca resistencia al paso de los rayos ultravioletas, que contenga una gran cantidad de oxígeno, y que sea lo suficientemente densa para mantener el planeta con una temperatura estable y adecuada. La media de la actual temperatura es de -32 grados centígrados. A esta temperatura, todos los gases que formaron la primitiva atmósfera, si es que fue similar a la de la tierra, se encuentran en la superficie en forma inerte, pero con el aumento de la temperatura se podrían activar de nuevo.

Aparecieron entonces dos ideas para calentar el planeta. La primera de ellas sería colocar satélites en órbita con grandes espejos que apuntasen a la superficie de Marte. Sin duda puede verse que es un proyecto que, si funciona, necesitaría de incluso millones de años para calentar el planeta. La otra idea sería la de estrellar varios asteroides variando sus órbitas. Esto, además de elevar la temperatura, levantaría una gran cantidad de polvo y tierra que servirían para evitar las peligrosas radiaciones solares. Pero también se pensó que lo que estos asteroides harían, más que otra cosa, sería destruir partes del planeta, además que la desviación de rocas del cinturón de asteroides sería una tarea realmente compleja.

Pero apareció otra idea, una idea que se puede apreciar en la Tierra actualmente. Se pensó en calentar el planeta con el llamado “efecto invernadero”.  Con la posibilidad de los viajes a Marte, se llevarían los materiales necesarios para construir grandes fábricas de gases de efecto invernadero que funcionases continuamente. Para ello sería necesario además llevar un grupo de personas que instalasen estas factorías y que las pudieran supervisar. Pero surge el siguiente problema, ¿de dónde se obtendrían las materias primas para producir los gases? Sería, además de lento, muy costoso transportarlos desde la Tierra. Sin embargo, hay diversas formas. El metano que se encuentra en la atmósfera, aunque esté en pequeña cantidad, en una reacción con el abundante óxido de hierro de Marte produciría agua y dióxido de carbono. Este metano podría incrementarse en la atmósfera desviando rocas del cinturón de asteroides de un tamaño tal que, desintegrándose en la atmósfera, no chocaran con el planeta, pero que sí pudieran aportar a esta el metano que contienen.  Incluso, se pueden utilizar otros gases de efecto invernadero como los perfluorocarbonos (PFCs) o los clorofuorocarburos (CFCs). Estos serían producidos por artilugios mecánicos e incluso por bacterias modificadas genéticamente.

Todo ello conllevaría al aumento de la temperatura del planeta lo suficiente como para garantizar una temperatura similar a la de la tierra, además de que producirían algo realmente imprescindible: la aparición del agua. Este calor produciría la fusión de los polos de Marte, lo que conllevaría a la fusión del agua en estado sólido, que discurriría por los valles, y a la fusión del dióxido de carbono sólido, el hielo seco (mayor componente de los polos), que aumentaría aún más la temperatura y espesaría la atmósfera. Además, se fundiría el agua que, según estudios recientes, se encuentra bajo algunas zonas de la superficie del planeta, en estado sólido. Incluso, esta agua activaría la tierra ácida de Marte, reaccionando así el ácido con el carbonato, también contenido en la tierra, liberando aún más cantidad de dióxido de carbono.

Una vez que apareciese al agua en estado líquido se formarían los ríos, los océanos, e incluso las nubes, que producirían la lluvia y la nieve. Una vez conseguido esto, se empezaría con el siguiente paso: llevar vida a Marte.

En ese momento habrá una atmósfera formada por diferentes gases, entre los que se encontrarán los que se encontraban en la antigua atmósfera de Marte (Argón, Ozono, Neón, Criptón,…), y sobre todo, el dióxido de carbono formado anteriormente. Pero para el desarrollo de la vida se necesitan, además de estos gases, el nitrógeno, y sobre todo, el oxígeno. Estos dos últimos se encuentran en pequeñas cantidades, por lo que hay que encontrar la forma de aumentarlos.

Lo primero será el aumento del nitrógeno. Esto se puede llevar a cabo enviando bacterias anaerobias. Además se necesitará enviar bacterias que sean capaces de producir nutrientes que llenen los suelos del planeta. Con ello se podrán enviar los primeros vegetales.
 

Las plantas necesitarán agua, nitrógeno, dióxido de carbono y nutrientes, que en ese momento se encontrarán en Marte. La  primera familia de plantas que se espera llevar son las coníferas. Estas son los vegetales más resistentes de la Tierra, en donde las encontramos incluso a 5.000 metros de altura. Pueden resistir con una cantidad de nutrientes no muy elevada y con una baja concentración de oxígeno. Mediante bacterias capaces de fijar el nitrógeno a las raíces, las plantas se irán desarrollando y produciendo, mediante la fotosíntesis, el oxígeno, un gas esencial. Con el aumento del nivel de oxígeno se podrán ir introduciendo más especies de vegetales que sean capaces de vivir en esas condiciones. Se espera que en 100.000 años el planeta adquiera una superficie totalmente verde.

A partir de ese momento ya habrá agua, oxígeno, vegetales, nutrientes y gases esenciales para la vida, de forma que se podrían empezar a introducir las primeras especies de animales, y tras estos, se podría llevar a cabo la colonización humana y desarrollar un ambiente similar al terrestre.

Pero antes de todo es necesario pensar en algo muy simple: si en algún momento encontramos vida en Marte, ¿debemos continuar con la idea de la terraformación? Aparecen así diversas opiniones. Si la vida es igual a la de la Tierra, con microorganismos semejantes, no habría problema en introducir más especies. Pero si los seres son diferentes, entonces se debería pensar en los riesgos. Realmente si se encuentra vida con un origen diferente al de la Tierra sería una fantástica oportunidad para observar cómo se origina y evoluciona, aprendiendo así cómo funciona en otras biosferas, lo que haría posible comparar la Tierra con otro planeta e incluso, con estas nuevas formas de vida, se podrían llevar a cabo avances en la agricultura y la medicina.

Sin duda alguna, si algún día se produce esta colonización del planeta vecino, sería de gran importancia para salvar la humanidad. Cuando el sol agote su combustible y aumente de tamaño, destruirá los planetas rocosos, y para entonces, puede que la humanidad se haya trasladado a un lugar seguro: a algún satélite de los gigantes gaseosos o incluso a otro sistema solar. Pero Marte habrá sido la primera oportunidad de salir fuera de la Tierra y el lugar donde aprendimos a vivir en otro planeta.

 

domingo, 31 de marzo de 2013

Vida en el satélite Europa


Con el envío de la nave Voyager 2 se pudo observar que en uno de los satélites de Júpiter, Europa, había lo que parece ser un océano bajo la capa de hielo que cubre el satélite. Con la misión Galileo, que envió a Júpiter un orbitador en 1989, se pudo comprobar aquella hipótesis, conociendo que el océano era de agua líquida y se encontraba situado a 95 km bajo la capa de hielo.




Aunque la idea puede impactar y desconcertar, en la Tierra tenemos un ejemplo que podríamos denominar "similar". Es el caso del lago Vostok. Este lago se encuentra aislado a 3.748 m bajo la superficie helada de la placa Antártica. Estudios recientes han demostrado, gracias al núcleo de hielo que se consiguió en 1998 mediante un sondeo, que ha aparecido una nueva especie de bacterias que no se corresponde a ninguna actualmente conocida.

Gracias a ello ha aumentado el interés por la investigación en Europa, incluso se piensa que las posibilidades de que haya vida son mucho mayores que en Marte. De igual manera se piensa que la vida puede haber surgido en Europa igual que surgió en la Tierra. Pero si es así, además de compartir un océano, necesitaría una fuente de calor, lo que nos traslada a otro satélite de Júpiter: Io.

En Io aparece una continua acción volcánica, producida por la atracción gravitatoria de Júpiter, por lo que en Europa ese vulcanismo podría ser igualmente posible. Además, hay que destacar que posiblemente el agua de Europa contenga una gran cantidad de oxígeno, incluso puede que mayor que los océanos de la Tierra.

Se piensa que la próxima misión que se enviará a este satélite será la denominada sonda Clipper, la cual se encargará de explorar la superficie de Europa. Pero sin duda, el mayor proyecto es el de descender la gran capa de hielo, llegar al océano y recorrer parte de su extensión. Actualmente se están llevando a cabo pruebas con un vehículo submarino denominado DEPTHX, que será el encargado de rastrear parte del océano. Hasta el momento, este vehículo ha sido capaz de explorar y trazar mapas subterráneos de diversas zonas, incluyendo una caverna, donde se dificulta el movimiento.




La idea es compleja: Una sonda, que tardará unos años en llegar a Europa, descenderá a la superficie del satélite. Una vez alcanzada, se activará un sistema que aportará, mediante energía nuclear, el suficiente calor como para derretir el hielo y así posibilitar el descenso. Este proceso puede llevar varios días e incluso meses. Tras esto se liberará el vehículo DEPTHX, que se desplazará buscando señales de vida (entre otras cosas) y que enviará la información a la Tierra.

La misión Clipper podría ser enviada en 2021 y llegar a Europa en 2026. Por tanto, hasta el momento de poder introducir un vehículo bajo el hielo, se espera que pasen varias décadas.









viernes, 21 de diciembre de 2012

Tectonismo en Marte

Las imágenes tomadas por la Mars Odyssey confirman parcialmente la existencia de placas tectónicas en nuestro planeta vecino. La teoría viene desarrollada por las formaciones geológicas encontradas en las imágenes, muy parecidas a las de la Tierra. Estas son, por ejemplo, una zona llana que podría haberse producido por una falla, y zonas profundas de la superficie, grandes grietas como el cañón del Colorado, aunque mucho mayores, posiblemente formadas por la fractura de la corteza marciana por diferentes tensiones. Éstas son los Valles Marineris, cuya teoría mas acertada es la creación de una pequeña grieta por la acción de una falla que se ha incrementado por procesos de erosión y derrumbes. De esta manera podría ser cierto que formaran un límite entre placas.


En Marte las placas aparecen en mucho menor cantidad que en la Tierra, por lo que la superficie del planeta estaría dividida en placas de un tamaño considerable, lo que propone un nuevo misterio: ¿cómo pueden desplazarse éstas placas con tal tamaño? Ésto actualmente no se entiende, debido sobre todo al "pequeño" tamaño del planeta y a su menor energía térmica comparada con la Tierra para desplazar estas placas. De todas formas, ésta menor energía explica por qué las placas se presentan en menor cantidad, únicamente dos identificadas, a diferencia de la Tierra, que posee seis placas principales y numerosas placas secundarias y microplacas. Posiblemente una razón por la que no se pueda explicar actualemente es porque la tectónica de Marte sea diferente a la de la Tierra y no funcione de igual manera. Igualmente se puede pensar en similitudes con la Tierra, como la presencia de terremotos.

Aunque es probable la existencia de las placas, éstas estarían en un estado relativamente jóven, ya que no se aprecian deformaciones de los cráteres, que se encuentran dispersos por toda la superficie. Éstos cráteres habrían sido borrados y continuarían desapareciendo por el movimiento de la superficie, y por lo que se aprecia, esta superficie con cráteres no ha cambiado mucho desde el origen del sistema solar. De igual manera ocurriría con los diversos volcanes, que habrían sido deformados por la acción de estos movimientos. Todo esto es realmente positivo ya que de esta forma se puede apreciar un proceso de división de la superficie que se puede estar originando igual que se originó en la Tierra hace millones de años.

Estos descubrimientos han podido indicar que no sólo la Tierra posee tectonismo y que puede tener un desarrollo común con otros planetas e incluso satélites, como Encélado, un satélite de Saturno que podría tener también movimientos tectónicos.